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Arrímate, déjale sitio y abre la puerta.¿Así que se te ha vuelto a romper la bici?Bueno, es sólo la cadena.Señorita.Me falta una de puerros.Perdona, Paulette.Su cabeza de ternero, Sr. Pascal, y una de puerros.Pásame la pimienta.Gracias.¿A qué esperas? ¿No tenías tanta hambre?Claro, los puerros, no son un manjar.Van bien con el resto, con lo que yo pienso.¿Ah, sí? ¿ Y en qué piensas, si puede saberse?En ella.¡No irás a empezar otra vez!Tú lo tomas a broma, para mí, es demasiado serio.La hora de comer, es algo serio.Y a veces, las mujeres, pero sin llegar a suicidarse por eso.¿Qué tenía de distinto a las demás?Es mi mujer.¿Quieres decir la legítima? ¿Fuiste al juzgado?Sí.Perdona.No te imaginas lo malvada que es.¡Paulette! ¿Sí?Trae vino. Voy, volando.A ti te da igual.Pues sí, francamente.No importa, te lo voy a contar. Tienes derecho a saberlo.Buen provecho, Pascal.Si no hay otro remedio.La conocí en el pueblo, en Puisaye.Era distinta de las demás. Venía de la ciudad, de Aubusson.Pues vaya una ciudad.Su forma de vestirse, de maquillarse, nunca vi nada igual.Enseguida me fijé en ella. Y ella en mí.Sólo que también se había fijado en mis fincas, mis granjas, mis vacas. hectáreas de pastos, ¿no te asombra?No.Ella sí sabía lo que valían.Era guapa.Total, que te la ligaste, ¿eh?No fue tan fácil. Con ella, nada es fácil.Primero tuve que casarme. Demuestra que tiene principios.Tú pareces poco escrupuloso un poco fresco, ¿no?Bueno, continúa.Paulette, guárdame una ración de tarta.Fui feliz ocho días, hasta que llegó el cuñado.El cuñado de ella, un sinvergüenza.Hicieron de todo para volverme loco, lo han conseguido.No te excites. Anda, bebe un poco.¿No me crees? Claro que sí, bebe.Se empeñaron en que lo vendiera todo.Para instalarse en París.Me lo hubieran quitado todo y me encerrarían en un manicomio.Lo comprendí demasiado tarde.Paulette, ¿no hay de albaricoque? No, se ha terminado.Bueno, déjalo, está bien así.Cada vez que le gritaba, el cuñado hacía un informe.Se las arreglaban para cabrearme delante de la gente.Delante del notario, del cura.Empezaron a mirarme como si estuviera enfermo.Un día, ya fue el colmo, trajeron un médico de París.